País | ||
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Nombre: | Arikara |
Vida: | ? | |
Régimen: | Confederación de Tribus | |
Localización: | Mil Lagos | |
Capital: | - | |
Fundador: | ? |
Los Arikara son una confederación de tribus situada al este de los Mil Lagos conocidos por la explotación y orfebrería de la Plata de Luna entre los demás habitantes del continente la capital de la cual es Cayuga.
La tradición Arikara recoge que al principio todas las cosas estaban en la mente de Wakoda. Todas las criaturas, los Arikara también, eran espíritus. Se movían de un lado a otro en el espacio que media entre la tierra y las estrellas. Buscaban un lugar en que pudieran empezar a existir corpóreamente. Subieron hasta el sol, pero el sol no les convenía como morada. Pasaron a la luna y vieron que tampoco era buena para vivir allí. Descendieron entonces a la tierra. Vieron que estaba cubierta de agua. Flotaron hacia el norte, el sur, el este y el oeste, pero no encontraron tierra seca. Estaban muy apesadumbrados. De repente, entre las aguas surgió una gran roca. Empezó a arder en llamas y las nubes flotaron en el aire en forma de nubes. Apareció la tierra seca; crecieron las plantas y los árboles. Las huestes de los espíritus descendieron y se hicieron carne y sangre. Se alimentaron de las semillas de las hierbas y de los frutos de los árboles, y la tierra vibró con sus expresiones de alegría y gratitud a Wakoda, el hacedor de todas las cosas.
Su tradición oral recoge que ellos siempre han evitado las tierras Arikara situadas al sur de la actual Feng Bao. Cuando los primeros colonizadores llegaron a ese extremo de los Mil Lagos los Arikara comerciaron con todas las facciones que se asentaron cerca de ellos, especialmente con los Dai Shun hasta que les expulsaron de sus tierras por el control de las minas de Plata de Luna.
Los Arikara son animistas, sin embargo reconocen la existencia de múltiples dioses, pero al único que adoran es a Wakoda, que es en realidad Único, algunos de los hechos diferenciales de su religión son:
El pueblo Arikara tiene un sistema comunal de tenencia de tierra, donde la tribu es la propietaria del terreno, pero firma tratados con los diferentes clanes para una posterior distribución entre los jefes familiares para su cultivo. La tierra es redistribuida entre estos jefes cada pocos años y un clan puede pedir una redistribución de las parcelas cuando el Consejo de Madres del clan se reúne. Aquellos clanes que abusan de la tierra que les corresponde o no la cuidan lo suficiente, son reprendidos y frecuentemente multados por el Consejo de Madres redistribuyéndose entre otros clanes. La propiedad de la tierra únicamente concierne a las mujeres ya que la cosecha es tarea de la mujer y no del hombre.
El Consejo de Madres también reservaba ciertas áreas de terreno para ser trabajadas por las mujeres de los diferentes clanes. La comida producida en estas tierras, se utilizará en festivales y grandes banquetes de celebraciones de los diferentes consejos.
La división del trabajo es reflejo de la división dual existente en la cultura arikara: cada sexo tiene un rol que complementa el trabajo del otro. Las mujeres traban en los campos de labor mientras los hombres lo hacen en el bosque, lo que incluía cualquier trabajo con madera o Plata de Luna. Los hombres arikara son responsables de la caza, el comercio y la guerra, mientras las mujeres están al cuidado de la cosecha, las granjas y el mantenimiento de la casa. En el momento de toma de contacto con los primeros colonizadores, las mujeres arikara producían el 65% de los bienes y los hombres el restante 35%. La producción combinada de alimentos hace que las hambrunas o épocas de penuria sean extremadamente escasas. Los colonizadores frecuentemente envidan este éxito de la producción arikara de alimentos.
El sistema arikara de trabajo encaja perfectamente con el sistema de propiedad de la tierra. Dado que se comparte la propiedad, se trabajaba en común también. Las mujeres llevan a cabo el trabajo de mayor dificultad en grandes grupos que van tierra en tierra ayudándose en las tierras de cada una. Juntas siembran los campos con la cantidad de semillas que una señora del campo distribuye para cada mujer. Las mujeres de cada grupo agrícola seleccionan a una mujer mayor pero activa de su grupo para que haga de líder ese año y acuerdan seguir sus consejos y pautas. Además, realizan otros trabajos cooperativamente: cortan parte de su propia leña y su líder supervisa al grupo para transportarla al pueblo.
Los hombres también se organizan de una forma cooperativa. Por supuesto, actúan en conjunto en acciones militares ya que tiene poco sentido luchar sólo.Los demás trabajos como la pesca y la caza se realizan de manera similar a la cooperación entre mujeres. Sin embargo, los hombres difieren en su organización al organizarse más a menudo como un pueblo que como un clan. Los hombres organizan partidas de caza donde necesitan una cooperación intensiva para cazar un gran volumen de presas. Los hombres también pescan en grupos grandes. Las expediciones de pesca extensiva se hacen con canoas, redes y pequeñas presas que cubren grandes superficies para conseguir una gran cantidad de peces, unos mil en medio día. Las piezas obtenidas en la pesca o caza se consideraban propiedad comunal y se dividen por parte del cabecilla del grupo o se lleva al poblado para un banquete. La caza y la pesca no son siempre un esfuerzo cooperativo, pero resultan generalmente más eficaces en partidas que individualmente
La producción cooperativa y distribución comunal de productos hace innecesario el comercio dentro de la Confederación Arikara, pero el comercio exterior con tribus en regiones con recursos de los que carecen los arikara sí tienen un propósito. Los arikara comercian el sobrante de maíz y tabaco por pieles de las tribus del sur y con los wampum (una especie de abalorios de Plata de Luna) con las tribus del oeste. Los arikara utilizan la economía del don con más frecuencia que cualquier otro medio de intercambio. Dar regalos refleja la reciprocidad de la sociedad arikara. El intercambio se inicia con un clan dando a otra tribu o clan un presente con la expectativa de que algún tipo de mercancía será dada a cambio. Esta forma de comercio se vincula a la tendencia de la cultura arikara para compartir la propiedad y cooperar en el trabajo. En ningún caso se hace un acuerdo explícito, pero un servicio se realiza para el bien de la comunidad u otro miembro de la comunidad con la expectativa de que la comunidad o la otra persona lo devuelva. El comercio exterior ofrece una de las pocas oportunidades para la empresa individual en la sociedad arikara. Una persona que descubra una nueva ruta comercial tiene derecho exclusivo a comerciar por esa ruta en el futuro. A menudo, los clanes colectivizan rutas comerciales para obtener un monopolio sobre un determinado tipo de comercio.
La llegada de los colonizadores creó la oportunidad para extender el comercio. Pieles que eran demandadas en podían ser adquiridas a bajo precio de las tribus a cambio de bienes manufacturados que los arikara no podían hacer. El comercio no siempre beneficiaba a los nativos. Los marqueños se aprovecharon de la cultura del regalo. Inundaron a los arikara con productos, haciéndoles dependientes de artículos como rifles y hachas de metal. Los arikara no tenían otra opción que comerciar a cambio de pólvora después de que hubieran desechado sus propias armas. Los marqueños utilizaron principalmente estos regalos para ganarse el apoyo entre los arikara en su lucha contra los shuneses.
Alentados y armados por sus socios comerciales marqueños y marinios, los arikara intentaron defender su territorio y monopolizar el comercio de Plata de Luna que suministraba dicho producto a los mercados de las principales facciones. Durante los conflictos se enfrentarían las tribus de la Confederación Arikara contra los colonos shuneses y sus aliados.
Las guerras fueron extremadamente sanguinarias y se consideran uno de los episodios más sangrientos de la historia de Yíthril. La ampliación del territorio shunés significó un reajuste en la geografía étnica de Los Mil Lagos, destruyendo grandes confederaciones tribales y empujando a las tribus occidentales al oeste del río Otsego. El territorio entre Feng Bao y el Lago Cayuga fueron prácticamente despojados de sus pueblos originarios, que huyeron en calidad de refugiados al oeste. No mucho después, dichas regiones fueron repobladas por los mismos pueblos, aunque en general como "repúblicas" indígenas, en vez de homogéneas y discretas "tribus".
Las sociedades arikaras se vieron profundamente afectadas por estos enfrentamientos. El conflicto disminuyó su intensidad cuando los arikara perdieron a sus aliados marinios a causa de tratados comerciales entre las dos colonias, y con el creciente deseo shunés de tener a los arikara como aliados contra la posible invasión marqueña.
A causa de este conflicto, los arikara han perdido gran parte de su territorio así como la mayor parte de las minas de Plata de Luna en el tratado con las colonias, perdiendo así su monopolio con el comercio de este material. Esto ha causado que la capital, Cayuga haya pasado de estar en el centro del territorio de la Confederación Arikara al extremo norte, mientras que las tribus y clanes situadas en el territorio perdido están expandiéndose hacia el sur a costa de otras tribus que no forman parte de la Confederación tribal.