Dios | ||
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Nombre: | Haya, Lanza Celeste | |
Tipo: | Dios Menor | |
Situación: | Debilitado | |
Elemento: | Aire | |
Alineamiento: | Neutral Bueno | |
Dominios: | - | |
Dimensión: | - | |
Facción: | Cúpula Luminosa |
Haya surge, junto a su gemelo Rágnar, de la división del dios Único. Ambos representan extremos irreconciliables y están condenados a luchar el uno contra el otro.
Haya es el dios del destino y de los cielos y en menor grado del viento y la luz. Además, es el patrón de los restauradores, los bibliotecarios, los escribanos y los molineros.
Único fue un dios muy poderoso durante gran parte de la 9ª Generación, hasta que fue destruido durante la Gran Guerra Hiérica. No obstante, Único había sido precavido y había preparado un mecanismo por el cual, cuando fuera derrotado, en lugar de morir se dividiría en dos entes: uno de luz: Haya y otro de oscuridad: Rágnar completamente opuestos que, al enfrentarse, volverían a unirse y a formarlo a él, burlando así a la muerte y a los miles de años que son necesarios para volver a reunir esta energía.
Privado de un padre mentor, Haya se convirtió en pupilo de Terion y entró en la Cúpula de los dioses luminosos. Allí, Haya descubrió su comportamiento benévolo y afín a la luz. Poco a poco fue haciéndose su propio nombre hasta convertirse en un indispensable dentro de la cúpula.
No obstante, Haya sentía una fatal atracción hacia su gemelo, a la necesidad de enfrentarse a él y destruirlo. Esta necesidad pronto se convirtió en una guerra santa entre los seguidores de ambos dioses. Siglos de enfrentamiento después, Haya se dispuso a marchar en persona contra su hermano y terminar la guerra, cuando fue detenido por Zeros que le explicó el astuto plan de Único.
Viéndose en una encrucijada, pues Único era tal vez una amenaza mayor que el propio Rágnar e incapaz de resistirse al impulso a combatirlo, Haya decidió sacrificarse, destruyendo su cuerpo (impidiendo así que ambos cuerpos jamás volvieran a estar juntos) y encerró a su hermano en las Corrientes del Tiempo.
Los acólitos de la Lanza Celeste aún hoy luchan contra los adoradores de Rágnar para impedir que consigan traerlo de vuelta, al tiempo que trabajan para devolver a Haya un cuerpo en el que habitar.
"Haya es la luz, Haya es el viento. Haya es la verdad que brilla entre las sombras, Haya es el camino y su Lanza guía nuestro destino." -- Rezo a Haya
Ya en el momento de su nacimiento, Haya supo que hay cosas que ni siquiera un dios puede evitar. Por encima de las leyes del universo existe una fuerza imparable que nos guía: el destino.
El cometido de todo adorador de la Lanza Celeste es descubrir su propio destino. Un camino lleno de pesar, dolor y amargas lecciones que deben ser soportadas con fuerza estoica y determinación. El destino debe ser respetado y afrontado con valentía, ya que intentar evitarlo sólo convertirá lo inevitable en amargura. Ser capaz de mirar a la muerte y aceptar su frío abrazo con el conocimiento de haber hecho lo que es debido, es el mejor regalo que puede obtener un ferviente seguidor de Haya.
Para llegar a alcanzar el estado de gracia en el que se encuentran aquellos que han mirado su final y han aceptado su destino, los seguidores de Haya deben aprovecharse de todo el conocimiento del que puedan disponer. Debe evitarse la destrucción indiscriminada, no sólo por la ética moral de arrancar vidas, si no porque, al hacerlo, privamos a muchos, e incluso a nosotros mismos, de valiosa información que podría ser utilizada para descubrir el sentido de nuestra estancia en la vida.
Al igual que Único y Rágnar, Haya cree en las Cinco Virtudes del Alma.
Cuando se incumple la palabra de Haya, este suele castigar desplegando devastadores tornados y huracanes que arrasan todo a su paso. En algunas ocasiones utiliza métodos más propios de su dios mentor, lanzando rayos para fulminar a los herejes.
Los templos suelen tener forma circular, en el centro suele alzarse un pequeño altar con una lanza ceremonial. El edificio suele contener una biblioteca donde los fieles pueden llevar las pertenencias y conocimiento que quieran preservar y donde los clérigos de Haya se dedican a la traducción y reproducción de textos antiguos y nuevos con el fin de que nada se pierda. Se tiene constancia de templos de Haya en cuyas bibliotecas se guardan ejemplares de las más repugnantes artes oscuras con el único fin de que ese conocimiento, por blasfemo que sea, jamás se pierda.
En estos templos se celebran ceremonias que para Haya son más importantes: el bautizo conmemorando el punto de partida; la mayoría de edad, en la que el fiel inicia su camino y empieza su cruzada contra el mal con una lanza que se forja y talla especialmente para la ceremonia; y el funeral, en el que se marca el final del destino de la persona en cuestión y en la que se entierra a esta con su lanza.
Es costumbre de los creyentes escribir una autobiografía para depositarla en la biblioteca del templo a su muerte, dicha obra empieza a escribirse con los ritos de la mayoría de edad.
Haya es conocido por los títulos de Lanza Celeste o Señor del Destino, también se refiere a él cuando se menciona la Rueda Eterna del destino.
Haya puede ser simbolizado con una Lanza, un Uroboros (serpiente mordiéndose la cola), una Rueda o las aspas de un molino. También se le asocia con el viento, el cielo, los tornados y el azul celeste.
En algunos textos de otras fuentes, a Haya también se le menciona como Nortia, Nix, Hanik o Istus.
Aunque suele ser representado como un hombre, a Haya también se le ha representado como una mujer.
Los ángeles conocidos de Haya son Odiel y Thoariel.
La Lanza Celeste no dispone de un gran abanico de criaturas a sus órdenes que sus clérigos puedan invocar y controlar, pero entre estas cuentan las serpientes, halcones, águilas y las sierpes voladoras.
Haya, aún no poseyendo un cuerpo físico, sigue haciéndose cargo de sus fieles. Además, goza de la fama de ser uno de los dioses más implicados con sus creyentes, dotándoles de visiones y poderes divinos de curación, luz y alguno de viento para que puedan combatir el mal y sobre todo mantener el encarcelamiento de su hermano.
A los miembros más devotos del culto a Haya, su dios suele premiarles con visiones y premoniciones sobre el futuro y su destino. Los ángeles encargados de estas revelaciones suelen dar pistas a los seguidores que han preguntado a su dios por su destino o para encauzar a aquellos que tienen grandes sinos que cumplir.
Haya también brinda a sus guerreros y paladines la capacidad de canalizar las fuerzas de creadas por su mentor Terion para lanzar los milagros Daimon.
En algunas contadas ocasiones, la Lanza Celeste ha otorgado a sus seguidores el mayor don con el que es capaz de premiar a sus seguidores, el título de Señor de los Vientos. Con este título, el bendecido es capaz de controlar el viento a voluntad, con una precisión muy superior a la de un elementalista.
El hechizo Insignia de Haya es el Llanto del Destino, que consiste en convocar una rayo en forma sierpe luminosa que es capaz de arrasar ciudades enteras. Haya no suele conceder la bendición de este devastador hechizo salvo a sus paladines y clérigos más poderosos.
Las palabras del Llanto del Destino son:
Oh tú que te sacrificaste por nosotros, apelo a tu sabiduría. Soy tu más humilde siervo.
Tuya es mi vida, mi alma y mi cuerpo. Padre, concédeme tu luz.
¡Que se arrepientan! ¡Que afronten su destino! ¡Que vean el fin de su guerra!